Puedo haber fallado,
puede ser que sí,
cuanto me ha costado
pasar así de ti.
Me da fastidio
estar sintiendo
esta soledad
que yo detesto.
Y ahora espero un gesto tuyo
espero una respuesta.
Y llámame
no puedes esconderte así
y vuelve aquí.
Pudieras comprender que yo
no puedo suplicarte
aunque tal vez me equivoqué,
eso es un tema aparte.
Reconocer mi propio error
es como confesar que te quiero
tú me pediste la verdad,
yo no he sido sincero.
Y llámame (bis)
no pude confesar que sí,
compréndelo.
Si te pierdo
yo me pierdo,
eso lo sé ya (*)
lo he previsto en mi juego
de la no verdad.
Es un juego
que yo debo soportar,
una prueba
que tu tienes que pasar.
Si te pierdo
yo me pierdo,
ya lo sé que sí
y estos labios que me muerdo
sólo hablan de ti.
Mañana al alba escribiré
tu nombre en las paredes,
con grandes letras de color,
de ese color que tú quieres.
Verás tu nombre al pasear
pintado de rojo al lado del mío
y entenderás que estamos sufriendo
un problema de orgullo.
Y llámame,
yo no me moveré de aquí
y llámame, perdóname.
(*) es cruel mi propio juego...
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